Me gustaría
ser el verso en el camino,
vivir en la
poesía y morir en las manos
de una
estrella vestida de árbol florido.
Sueño con
ser un surtidor de hojas
para
cobijar el silencio que yaceré,
y
resguardar la soledad del tiempo.
Aspiro a
crear un paraíso de amor,
que mueva y
concilie corazones,
como una
danza del viento en el alma.
Precisamos
querer para atesorar la paz,
avivar el
consuelo en nuestros pasos
y revivir
los alegres campos serenos.
Hemos de
contribuir al resplandor
más puro de
luz de la que somos parte,
y ante
estas claridades reconciliarse.
Quitémonos
la lengua de víbora,
despojémonos
de voces que matan,
y
retornemos a caminar juntos.
Es hora de
anidar el encuentro,
de que el
prójimo se sienta próximo,
para ser
capaces de vivir en plenitud.
Tenemos que
amarnos con pasión
y con
compasión, para concebir
el júbilo
de trabajar por la unidad.
No dejemos
de lado que somos de Dios,
y a Dios
hemos de volver, con la bondad
de un
espíritu radiante, abrazado al Autor.
Víctor Corcoba Herrero
29 de marzo de 2014
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