Por: Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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La cuestión viene
de lejos. Divulgar ciencia nunca ha sido fácil. Un eterno problema sin
resolver. A veces, se olvida que una sociedad avanzada como la actual, precisa
del conocimiento científico y técnico para seguir desarrollándose. No podemos
olvidar además que los investigadores, como personas doctas y creativas,
impregnan a las sociedades democráticas de unos valores de pensamiento
necesarios para el discernimiento ante el asombro de los hechos. Evidentemente,
la humanidad no habría alcanzado este grado de desarrollo si no se hubiese
transmitido de generación en generación esa capacidad de contemplar, de ver más
allá, y de admirarse ante la realidad que nos circunda.
Indudablemente, se
precisan personas de ciencia que activen la esperanza, la ilusión por
profundizar en el conocimiento de los múltiples contextos. Precisamente, ante
los diversos campos del saber, entiendo que la educación actual debe orientarse
hacia la búsqueda, que no es otra cosa que investigar, descubrir, imaginar.
Quizás tengamos que enseñar menos y dejar aprender más. En ocasiones,
precisamos experimentar por nosotros mismos la realidad para comprender lo que
somos y hacia donde queremos caminar. Desde luego, la inversión científica no
puede devaluarse por mucha crisis que tengamos. Sería retroceder como
civilización. No olvidemos que el progreso del conocimiento científico ha
venido a ser el motor de un progreso cultural universal, y que ha sido la gran
esperanza.
En este sentido,
fruto de la motivación hacia la cultura científica, podemos ver la vida con
otras lentes, con otras luces, con otras sensaciones en definitiva. A mí,
personalmente, me estimula que este conocimiento científico se haga accesible
al público en general, ya sea con documentales, de manera mágica o a través de
artículos en periódicos. Al fin, lo que cuenta es que el receptor se asegure de
lo sucedido o simplemente se entere de lo que ha pasado. Por eso, creo que se
precisan verdaderos divulgadores de ciencia, que popularicen el conocimiento
científico, como en otro tiempo lo hicieron el famoso naturalista y divulgador
ambientalista español Félix Rodríguez de la Fuente o el explorador francés e
investigador que estudió el mar y las diversas formas de vida conocidas en el
agua, Jacques-Yves
Cousteau. La responsabilidad de
esta ausencia, pienso, que es tanto de los medios de comunicación como de la
comunidad científica y universitaria. Unos y otros han de abrirse más para
entenderse mejor.
Asimismo, tenemos
que celebrar y reconocer, porque es de justicia ser agradecidos, las contribuciones
científicas en áreas como la lucha contra el cambio climático, el mejoramiento
de los servicios de salud, la seguridad alimentaria, el saneamiento y el
desarme. Sin embargo, con demasiada frecuencia los responsables de formulación
de políticas desconocen las soluciones que aportan la ciencia y la tecnología
moderna a los retos que se nos avecinan. Además, una proporción muy grande de
ciudadanos permanece al margen de los avances científicos, en parte por esa
falta de difusión en los medios de masas. Igualmente, tenemos la
responsabilidad de proteger a toda la humanidad de la aplicación con fines
destructivos de los avances y los recursos científicos, principalmente
trabajando en pos de un mundo sin armas nucleares y frenando la proliferación
de otras armas de destrucción masiva. Por ello, este puente de la ciencia entre
lo visible y lo invisible, es tan necesario como preciso, siempre y cuando se
dirija a tranquilizar a toda la humanidad, máxime en un momento de tanta
violencia en el mundo como el actual.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
22 de enero de 2014.-
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