Pedro J. Pérez, escritor dominicano residente en Philadelphia /
E-mail:perez215@aol.com - Los Estados Unidos y sus intereses en ultramar -sin
cuestionar las razones-, están desde hace años bajo la acción y la amenaza
constante de actos terroristas despiadados. Los que aquí habitamos en calidad
de residentes y/o ciudadanos naturalizados, sin distinción, nos hallamos de una
forma u otra bajo el manto terrorífico que implican estas amenazas. Los
inmigrantes que tienen hijos y nietos nacidos en este país se sienten
angustiados por los acontecimientos terribles que se ciernen sobre la faz de
esta nación. De una forma u otra todos seremos testigos o víctimas de lo que
acontezca.
Nos inquieta y sobrecoge la suerte y el futuro de nuestros
hijos, nietos y familiares y también, el futuro de la tierra que nos favorece. Los sentimientos que de una forma u otra nos
tocan por estar acá, en Norteamérica, debemos expresarlos sinceramente. Aquí
vivimos, desde aquí remesamos y desde aquí sin temor, hasta ahora, podemos
pensar, circular y expresarnos con plena libertad.
Ahora bien: ante la persistente amenaza siempre latente, el
resguardo no debe ser solamente interno, adoptándose para los efectos de la
defensa, ciertas medidas que limitan. Ni tampoco, produciendo leyes que
espantan y arremeten agresivamente la condición del
“Status” del migrante, residiendo
indocumentado dentro del
territorio continental de los Estados Unidos de Norteamérica.
Creo que hoy más que nunca, Norteamérica tiene que
fortalecer su relación con los países del
universo latino, conformando un bloque solidario en contra de la amenaza
terrorista en todas sus manifestaciones. Norteamérica debe revisar su vieja
política de intercambio multilateral, injusta y desequilibrada, mantenida con
los vecinos del hemisferio
americano que nunca deja de ser, el más empobrecido. Estados Unidos está
obligado a concertar mejores alianzas dentro de la zona y cuyos resultados se verifiquen en
soluciones apropiadas y dignas a los problemas de subsistencia elemental dentro
de las capas sociales de menores oportunidades.
Y así, combatir la delincuencia y la corruptela de los políticos
tradicionales que durante tanto tiempo, Norteamérica ha permanecido afirmando, armando,
alimentando, y/o dejándoles ser lo peor.
Estados Unidos tiene
que evitar que Venezuela internamente se desmorone, tras la acciones ambivalentes
de sus recientes lideres, equilibrando
las relaciones bilaterales, y condicionando el regreso del poder económico
ancestral que malversó, corrompió y robó el patrimonio del pueblo venezolano,
enriqueciéndose ilícitamente durante decenios con los miles de millones de dólares
producto de la exportación de petróleo. Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quiérase
o no, es la continuidad de tales desequilibradas consecuencias. Estados Unidos
no debería jugar con Venezuela
el mismo juego sin sentido que por más de 60 años ha permanecido jugando con Cuba .
Por su lado, a los indígenas cocaleros encimados desde hace
siglos en las montañas de los Andes dentro del Perú ,
Ecuador y Bolivia ,
no se les debe condenar a más miserias y atraso sin darles otra alternativa.
Evo Morales, es la respuesta más consecuente con lo que allí sucede. Estados
Unidos de Norteamérica tiene y debe combatir en casa el peor terror que
enfrenta la seguridad nacional: El tráfico y el consumo de drogas narcóticas y
toda la secuela que esto implica.
Norteamérica tiene que resolver sus problemas en casa.
El tratado de Libre
Comercio debe ser libre y justo permitiendo que los productos y los mercados de
los socios se desarrollen y compitan de la misma manera en que se le permite al
productor norteamericano incursionar en nuestros países. Estados Unidos debe proceder en lo posible a
regular el desequilibrio producido por el proteccionismo interno en desmedro de
los productores de la región. Y debe equilibrar las diferencias de aranceles en
las aduanas que van en perjuicio de las mercancías de Latinoamérica. El juego
debe jugarse con reglas justas si es que en verdad se quiere una globalización
real y humana. Todo ha cambiado en el mundo después de aquel septiembre once de
2001, y eso, hay que entenderlo en toda
la dimensión de su manifestación. Pero lamentablemente la reacción del
imperio ha sido tremenda para todos.
Por su parte y por vía de consecuencias, los actuales
índices económicos en USA., tienden cada vez más hacia el descrecimiento. La
política salvaje que genera tanta
incertidumbre y promovida como
agenda nacional por los grupos ultra conservadores enquistados en el poder
político con sede preponderante en el Congreso, está a su vez repercutiendo
negativamente en todo el mundo. Países cómo México y Brasil que constituyen las
dos terceras partes de las economías latinoamericanas, están decreciendo cada
año mientras los condicionantes sociales que generan la pobreza en estas y
otras naciones menos afortunadas, igualmente se tornan irremediables. Por lo
tanto, aumenta la estampida de desesperados emigrando hacia USA., y Europa.
Si se quisiera aunque
sea en lo más apreciable apaciguar la pobreza extrema que se ha inducido en
Latinoamérica desde la eternidad, dicho emprendimiento podría verificarse
dándose en términos positivos, si es que se promueve desde una vía clara ofertando
soluciones pacíficas e inteligentes, propiciando un punto de vista estratégico al más bajo costo
humano, si es que realmente se quiere con decisión y firmeza, combatir una de
las peores formas del terrorismo, como lo es sin dudas: “El hambre y la pobreza
solemnes en el tercer mundo”. Procediendo con decisión a cancelar el sostén a
las tiranías políticas y a la corruptela
despiadada dentro de estos países tercermundistas. En términos de globalización
e intercambio más o menos equilibrado con la intención de financiar el
desarrollo humano y económico de Latinoamérica, y si realmente Estados Unidos y
la Unión Europea quieren hacer algo en este sentido, y
reconociendo Europa la enorme deuda
humana y social que se tiene con Latinoamérica desde hace mas de 500 años, entonces
así, se debería tomar en cuenta en forma preponderante a la hora de diseñar
formulas con nuevos criterios de geopolítica para la región, a aquellos
sectores poblacionales y productivos de los planos urbanos intermedios y
campesinos. Esos que usualmente no están representados en ningún esquema ni
en organismos de decisión alguno que les
permita ser objetos de políticas y reglas económicas de solución dentro de
formatos específicos y definidos como
parte de un plan global de desarrollo y asistencia.
Atendiendo las necesidades reales de estos micro-sectores
productivos, tales como: Industriales de bajo capital; sectores agrícolas y
ganaderos y otros, como las pequeñas empresas
productoras de bienes y servicios, entiendo que se podría, si se intenta con
visión real de cambio, conocer a sus representantes activos, y de ellos,
aprender a convivir con la realidad que le es propia en cuanto a sus
limitaciones de crecimiento, como resultado del subproducto de políticas
antiguas y cerradas que proverbialmente les ha tendido un cerco férreo a estos
sectores poblaciones, y que a su vez, tal anillo, les impide el acceso a las
posibles asistencia técnica y financiera en forma equilibrada y justa.
Por más de 60 años y después de la experiencia de Cuba, los
Estados Unidos de Norteamérica aún sigue padeciendo del temor al fantasma del
comunismo dentro y fuera de la región.
Durante todo este tiempo apoyaron a gobiernos dictatoriales y regímenes
militares sanguinarios en donde la corrupción y el dispendio sólo han
favorecido a los grupos políticos y económicos así protegidos, con el
consiguiente descalabro de las instituciones públicas de estos países. Son
estos gobernantes corruptos los que sostienen la opresión social y la miseria
interminable, a los sectores populares de la población urbana
y campesina.
Esta política
equivocada, seguida con ligeros cambios hasta hoy, ha conformado en
Latinoamérica tales anillos de poder siniestro
que impiden insensiblemente cualquier medida de efecto positivo que se
quiera implementar. Y así seguirá
siéndolo, siempre y cuando se sigan utilizando las mismas formulas y los mismos
canales del poder político y
económicos tradicionales dentro de estas naciones. Uno de los factores causantes de la
inmigración de campesinos y residentes urbanos desesperados provenientes de
estas naciones tercermundistas, se debe entre otras razones, al hecho de que la
asistencia local e internacional se centra en instituciones gubernamentales
manejadas por sujetos altamente politizados con criterios que no representan a
los sectores de menor ingreso ni mucho menos, a los pequeños productores. De
tan mala suerte que los recursos propios y los provenientes por vías de prestamos
y concesiones de los organismos internacionales, como el BID y el BM, se
dilapidan y desvían indebidamente, y en donde la burocracia existente detiene
el flujo que debería ser normal de acuerdo a la supuesta intención de estos
organismos, intentando proveer soluciones y asistencia a los proyectos de
desarrollo para los cuales hipotéticamente están dirigidos.
Modificar la estrategia y trabajar
directamente con los sectores a los cuales se les impide el desarrollo social y
el crecimiento económico, desataría un poco el cinturón de miseria que ahoga a
estas poblaciones Latinoamericanas, y que origina el consiguiente e insoluble
problema que parece ser, la inmigración legal e ilegal hacia el territorio
norteamericano.
Todo seguirá igual o peor hasta tanto no
se conciba y diseñe una política desarrollista en donde se tome en cuenta de
manera preponderante a los verdaderos actores del
desarrollo, trabajando dentro de los
organismos gubernamentales; pero con poder real de participación y decisión. En
donde se prevengan los desmanes, siempre y cuando se decida implementar
mecanismos ágiles y sensibles que atiendan en el momento preciso los
requerimientos elementales para el desarrollo y sostenimiento de estos pequeños
productores campesinos y urbanos. En estos casos, participando los elegidos en
forma activa, en el diseño de métodos de trabajo en óptimas condiciones, y
contemplándose en lo posible y sin que llegue a ser ingerencia, la supervisión
y participación de esos organismos internacionales en cuanto al manejo de los
proyectos y los recursos destinados.
Al mismo tiempo se
debería suministrar como partida
dentro de los recursos convenidos, toda la infraestructura necesaria que
incluya: Tecnología avanzada, asesoría técnica, arquitectos urbanistas,
ingenieros hidráulicos, asesores económicos y de salud, etc., entre otros
recursos humanos. Por demás se impone, concibiéndose estos procedimientos de
ajustes, la necesidad de cerciorarse de que se implementen medidas y controles
responsables de los recursos físicos y humanos.
Esta participación –
delineada y ponderada en justicia-, convendría en ser una de las condiciones
como para implementar un convenio multilateral
en donde los estamentos tradicionales del poder político de estas
naciones latinoamericanas, se vean constreñidas por estrictas regulaciones
impuestas y controladas desde afuera, si fuere posible, para impedir la corruptela y el desvío malintencionado de
los recursos y asistencia otorgados.
La falta de una visión adecuada al curso
de los acontecimientos que han conformado la historia, sobre todo en los
últimos 60 años, son los que han sumergido a la población desprotegida de estas
naciones tercermundista en una deuda pública interna y externa de repercusiones
críticas, produciendo a cambio una deficiencia bárbara y permanente de los
servicios básicos tales como: alimentación, salud, educación, vivienda, agua
potable y electricidad.
Padecimientos que tal parece nunca podrán ser saldados por la
mayoría de las naciones, y en donde cada imposición del FMI lo que ha traído,
con sus exigencias monetarias, como
política de ajustes financieros, es mas desbalance social. Esto ha producido
más miserias y padecimientos y por supuesto, más inmigrantes desesperados hacia
el territorio norteamericano. Este desequilibrio tan inconsecuente no permite
el desarrollo de los sectores de la población más necesitada. Los hechos han
demostrado todo lo contrario en doble vía: La pobreza aumenta en la misma
medida en que prospera la corrupción.
Los políticos
gobernantes y los grupos económicos tradicionales de estas naciones
empobrecidas exhiben grandes fortunas casi similares a los montos que han sido tomados
en préstamos, engrosando hasta el arrebato la deuda externa. Por supuesto que
estos caudales han sido sacados y depositados en bancos suizos y
norteamericanos. Una “franja” considerable de este inmenso capital registrado
como deuda externa, del mismo modo, se ha venido usando en el narco lavado, a
través de la red bancaria y de otros agentes cuyas transacciones financieras han
sido denunciadas e investigadas por organismos financieros y del tesoro público
de Los estados Unidos, como se ha venido informando desde hace un buen tiempo,
sin ningún resultado impactante y aleccionador.
Ahora bien: si persiste el proceso acelerado de los actuales
acontecimientos mundiales – con acciones extremadamente inhumanas-, y de
continuarse el actual estado de cosas de la misma forma en que se ha dirigido y
se ha venido accionando con ligeras variaciones en los últimos 60 años,
indudablemente, que seguirá siendo la intransigencia y la intimidación
dolorosa, como hemos visto hasta el presente, la última palabra a manera de respuesta cual propuesta
equivocada al aparente mal que está representado por los inmigrantes, mas que
otros, los de origen y procedencia hispana.
Obviamente el “Status del
Terror” dentro y fuera de los Estados
Unidos no es culpa de los latinoamericanos ni estos deben seguir siendo a los
que injustamente se le somete a castigo
por todas las vías inimaginables. La política brutal del
absurdo seguida por más de medio siglo, ha producido lo que hoy se tiene dentro
y fuera de Norteamérica.
Lo lamentable es que
al día de hoy los sectores políticos y económicos ultraconservadores en USA.,
están destruyendo la fe y la confianza necesaria como
para pensar resignados que aun queda para los tercermundistas, alguna esperanza.
0 comments:
Post a Comment