Wednesday, November 6, 2013

¡Terror Status! - Condenados inmigrantes en el final de los tiempos-

Pedro J. Pérez, escritor dominicano residente en Philadelphia /


E-mail:perez215@aol.com - Los Estados Unidos y sus intereses en ultramar -sin cuestionar las razones-, están desde hace años bajo la acción y la amenaza constante de actos terroristas despiadados. Los que aquí habitamos en calidad de residentes y/o ciudadanos naturalizados, sin distinción, nos hallamos de una forma u otra bajo el manto terrorífico que implican estas amenazas. Los inmigrantes que tienen hijos y nietos nacidos en este país se sienten angustiados por los acontecimientos terribles que se ciernen sobre la faz de esta nación. De una forma u otra todos seremos testigos o víctimas de lo que acontezca. 


Nos inquieta y sobrecoge la suerte y el futuro de nuestros hijos, nietos y familiares y también, el futuro de la tierra que nos favorece.  Los sentimientos que de una forma u otra nos tocan por estar acá, en Norteamérica, debemos expresarlos sinceramente. Aquí vivimos, desde aquí remesamos y desde aquí sin temor, hasta ahora, podemos pensar, circular y expresarnos con plena libertad.

Ahora bien: ante la persistente amenaza siempre latente, el resguardo no debe ser solamente interno, adoptándose para los efectos de la defensa, ciertas medidas que limitan. Ni tampoco, produciendo leyes que espantan y arremeten agresivamente la condición del “Status” del migrante, residiendo indocumentado dentro del territorio continental de los Estados Unidos de Norteamérica.

Creo que hoy más que nunca, Norteamérica tiene que fortalecer su relación con los países del universo latino, conformando un bloque solidario en contra de la amenaza terrorista en todas sus manifestaciones. Norteamérica debe revisar su vieja política de intercambio multilateral, injusta y desequilibrada, mantenida con los vecinos del hemisferio americano que nunca deja de ser, el más empobrecido. Estados Unidos está obligado a concertar mejores alianzas dentro de la zona  y cuyos resultados se verifiquen en soluciones apropiadas y dignas a los problemas de subsistencia elemental dentro de las capas sociales de menores oportunidades.  Y así, combatir la delincuencia y la corruptela de los políticos tradicionales que durante tanto tiempo, Norteamérica ha permanecido afirmando, armando, alimentando, y/o dejándoles ser lo peor.

 Estados Unidos tiene que evitar que Venezuela internamente se desmorone, tras la acciones ambivalentes de sus recientes lideres,  equilibrando las relaciones bilaterales, y condicionando el regreso del poder económico ancestral que malversó, corrompió y robó el patrimonio del pueblo venezolano, enriqueciéndose ilícitamente durante decenios con los miles de millones de dólares producto de la exportación de petróleo. Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quiérase o no, es la continuidad de tales desequilibradas consecuencias. Estados Unidos no debería jugar con Venezuela el mismo juego sin sentido que por más de 60 años ha permanecido jugando con Cuba.

Por su lado, a los indígenas cocaleros encimados desde hace siglos en las montañas de los Andes  dentro del Perú, Ecuador y Bolivia, no se les debe condenar a más miserias y atraso sin darles otra alternativa. Evo Morales, es la respuesta más consecuente con lo que allí sucede. Estados Unidos de Norteamérica tiene y debe combatir en casa el peor terror que enfrenta la seguridad nacional: El tráfico y el consumo de drogas narcóticas y toda la secuela que esto implica.  Norteamérica tiene que resolver sus problemas en casa.

 El tratado de Libre Comercio debe ser libre y justo permitiendo que los productos y los mercados de los socios se desarrollen y compitan de la misma manera en que se le permite al productor norteamericano incursionar en nuestros países.  Estados Unidos debe proceder en lo posible a regular el desequilibrio producido por el proteccionismo interno en desmedro de los productores de la región. Y debe equilibrar las diferencias de aranceles en las aduanas que van en perjuicio de las mercancías de Latinoamérica. El juego debe jugarse con reglas justas si es que en verdad se quiere una globalización real y humana. Todo ha cambiado en el mundo después de aquel septiembre once de 2001, y  eso, hay que entenderlo en toda la dimensión de su manifestación. Pero lamentablemente la reacción del imperio ha sido tremenda para todos.

Por su parte y por vía de consecuencias, los actuales índices económicos en USA., tienden cada vez más hacia el descrecimiento. La política salvaje que genera tanta incertidumbre y promovida como agenda nacional por los grupos ultra conservadores enquistados en el poder político con sede preponderante en el Congreso, está a su vez repercutiendo negativamente en todo el mundo. Países cómo México y Brasil que constituyen las dos terceras partes de las economías latinoamericanas, están decreciendo cada año mientras los condicionantes sociales que generan la pobreza en estas y otras naciones menos afortunadas, igualmente se tornan irremediables. Por lo tanto, aumenta la estampida de desesperados emigrando hacia USA., y Europa.

 Si se quisiera aunque sea en lo más apreciable apaciguar la pobreza extrema que se ha inducido en Latinoamérica desde la eternidad, dicho emprendimiento podría verificarse dándose en términos positivos, si es que se promueve desde una vía clara ofertando soluciones pacíficas e inteligentes, propiciando un  punto de vista estratégico al más bajo costo humano, si es que realmente se quiere con decisión y firmeza, combatir una de las peores formas del terrorismo, como lo es sin dudas: “El hambre y la pobreza solemnes en el tercer mundo”. Procediendo con decisión a cancelar el sostén a las tiranías políticas y a  la corruptela despiadada dentro de estos países tercermundistas. En términos de globalización e intercambio más o menos equilibrado con la intención de financiar el desarrollo humano y económico de Latinoamérica, y si realmente Estados Unidos y la Unión Europea  quieren hacer algo en este sentido, y reconociendo Europa  la enorme deuda humana y social que se tiene con Latinoamérica desde hace mas de 500 años, entonces así, se debería tomar en cuenta en forma preponderante a la hora de diseñar formulas con nuevos criterios de geopolítica para la región, a aquellos sectores poblacionales y productivos de los planos urbanos intermedios y campesinos. Esos que usualmente no están representados en ningún esquema ni en  organismos de decisión alguno que les permita ser objetos de políticas y reglas económicas de solución dentro de formatos específicos y definidos como parte de un plan global de desarrollo y asistencia.

Atendiendo las necesidades reales de estos micro-sectores productivos, tales como: Industriales de bajo capital; sectores agrícolas y ganaderos y otros, como  las pequeñas empresas productoras de bienes y servicios, entiendo que se podría, si se intenta con visión real de cambio, conocer a sus representantes activos, y de ellos, aprender a convivir con la realidad que le es propia en cuanto a sus limitaciones de crecimiento, como resultado del subproducto de políticas antiguas y cerradas que proverbialmente les ha tendido un cerco férreo a estos sectores poblaciones, y que a su vez, tal anillo, les impide el acceso a las posibles asistencia técnica y financiera en forma equilibrada y justa.

Por más de 60 años y después de la experiencia de Cuba, los Estados Unidos de Norteamérica aún sigue padeciendo del temor al fantasma del comunismo dentro y fuera de la región.  Durante todo este tiempo apoyaron a gobiernos dictatoriales y regímenes militares sanguinarios en donde la corrupción y el dispendio sólo han favorecido a los grupos políticos y económicos así protegidos, con el consiguiente descalabro de las instituciones públicas de estos países. Son estos gobernantes corruptos los que sostienen la opresión social y la miseria interminable, a los sectores populares de la población urbana y campesina.

 Esta política equivocada, seguida con ligeros cambios hasta hoy, ha conformado en Latinoamérica tales anillos de poder siniestro  que impiden insensiblemente cualquier medida de efecto positivo que se quiera implementar.  Y así seguirá siéndolo, siempre y cuando se sigan utilizando las mismas formulas y los mismos canales del poder político y económicos tradicionales dentro de estas naciones.   Uno de los factores causantes de la inmigración de campesinos y residentes urbanos desesperados provenientes de estas naciones tercermundistas, se debe entre otras razones, al hecho de que la asistencia local e internacional se centra en instituciones gubernamentales manejadas por sujetos altamente politizados con criterios que no representan a los sectores de menor ingreso ni mucho menos, a los pequeños productores. De tan mala suerte que los recursos propios y los provenientes por vías de prestamos y concesiones de los organismos internacionales, como el BID y el BM, se dilapidan y desvían indebidamente, y en donde la burocracia existente detiene el flujo que debería ser normal de acuerdo a la supuesta intención de estos organismos, intentando proveer soluciones y asistencia a los proyectos de desarrollo para los cuales hipotéticamente están dirigidos.

            Modificar la estrategia y trabajar directamente con los sectores a los cuales se les impide el desarrollo social y el crecimiento económico, desataría un poco el cinturón de miseria que ahoga a estas poblaciones Latinoamericanas, y que origina el consiguiente e insoluble problema que parece ser, la inmigración legal e ilegal hacia el territorio norteamericano.

            Todo seguirá igual o peor hasta tanto no se conciba y diseñe una política desarrollista en donde se tome en cuenta de manera preponderante a los verdaderos actores del desarrollo, trabajando  dentro de los organismos gubernamentales; pero con poder real de participación y decisión. En donde se prevengan los desmanes, siempre y cuando se decida implementar mecanismos ágiles y sensibles que atiendan en el momento preciso los requerimientos elementales para el desarrollo y sostenimiento de estos pequeños productores campesinos y urbanos. En estos casos, participando los elegidos en forma activa, en el diseño de métodos de trabajo en óptimas condiciones, y contemplándose en lo posible y sin que llegue a ser ingerencia, la supervisión y participación de esos organismos internacionales en cuanto al manejo de los proyectos y los recursos destinados.

 Al mismo tiempo se debería suministrar como partida dentro de los recursos convenidos, toda la infraestructura necesaria que incluya: Tecnología avanzada, asesoría técnica, arquitectos urbanistas, ingenieros hidráulicos, asesores económicos y de salud, etc., entre otros recursos humanos. Por demás se impone, concibiéndose estos procedimientos de ajustes, la necesidad de cerciorarse de que se implementen medidas y controles responsables de los recursos físicos y humanos.

 Esta participación – delineada y ponderada en justicia-, convendría en ser una de las condiciones como para implementar un convenio multilateral  en donde los estamentos tradicionales del poder político de estas naciones latinoamericanas, se vean constreñidas por estrictas regulaciones impuestas y controladas desde afuera, si fuere posible, para impedir  la corruptela y el desvío malintencionado de los recursos y asistencia otorgados.

            La falta de una visión adecuada al curso de los acontecimientos que han conformado la historia, sobre todo en los últimos 60 años, son los que han sumergido a la población desprotegida de estas naciones tercermundista en una deuda pública interna y externa de repercusiones críticas, produciendo a cambio una deficiencia bárbara y permanente de los servicios básicos tales como: alimentación, salud, educación, vivienda, agua potable y electricidad. 

Padecimientos que tal parece nunca podrán ser saldados por la mayoría de las naciones, y en donde cada imposición del FMI lo que ha traído, con sus exigencias monetarias, como política de ajustes financieros, es mas desbalance social. Esto ha producido más miserias y padecimientos y por supuesto, más inmigrantes desesperados hacia el territorio norteamericano. Este desequilibrio tan inconsecuente no permite el desarrollo de los sectores de la población más necesitada. Los hechos han demostrado todo lo contrario en doble vía: La pobreza aumenta en la misma medida en que  prospera la corrupción.

            Para nadie es un secreto que estas colosales partidas de dólares y euros que han sido tomadas en préstamos por los gobiernos latinoamericanos y que ascienden a miles de millones de dólares, no han resuelto ni en lo mas mínimo las horribles e inhumanas condiciones de pobreza a que están sometidos estos pueblos. Consecuencia: más migrantes hacia USA.

 Los políticos gobernantes y los grupos económicos tradicionales de estas naciones empobrecidas exhiben grandes fortunas casi similares a los montos que han sido tomados en préstamos, engrosando hasta el arrebato la deuda externa. Por supuesto que estos caudales han sido sacados y depositados en bancos suizos y norteamericanos. Una “franja” considerable de este inmenso capital registrado como deuda externa, del mismo modo, se ha venido usando en el narco lavado, a través de la red bancaria y de otros agentes cuyas transacciones financieras han sido denunciadas e investigadas por organismos financieros y del tesoro público de Los estados Unidos, como se ha venido informando desde hace un buen tiempo, sin ningún resultado impactante y aleccionador.


Ahora bien: si persiste el proceso acelerado de los actuales acontecimientos mundiales – con acciones extremadamente inhumanas-, y de continuarse el actual estado de cosas de la misma forma en que se ha dirigido y se ha venido accionando con ligeras variaciones en los últimos 60 años, indudablemente, que seguirá siendo la intransigencia y la intimidación dolorosa, como hemos visto hasta el presente, la última palabra  a manera de respuesta cual propuesta equivocada al aparente mal que está representado por los inmigrantes, mas que otros, los de origen y procedencia hispana.  Obviamente el  “Status del Terror”  dentro y fuera de los Estados Unidos no es culpa de los latinoamericanos ni estos deben seguir siendo a los que injustamente  se le somete a castigo por todas las vías inimaginables. La política brutal del absurdo seguida por más de medio siglo, ha producido lo que hoy se tiene dentro y fuera de Norteamérica.

 Lo lamentable es que al día de hoy los sectores políticos y económicos ultraconservadores en USA., están destruyendo la fe y la confianza necesaria como para pensar resignados que aun queda para los tercermundistas, alguna esperanza.


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