Tuesday, October 8, 2013

Realidades Humanas de la Inmigración en USA

Pedro J. Pérez**
E-mail: perez215@aol.com

Poder Latino News / Frente a la innegable realidad de los  acontecimientos pasados y presentes, un hecho muy cierto lo es sin ninguna duda que los inmigrantes residentes en cualquiera de las ciudades norteamericanas prácticamente no desplazan al ciudadano norteamericano de sus puestos de trabajo, por tanto, esto no constituye en lo social una realidad negativa con repercusiones económicas internas. Más bien, la polarización de los diferentes grupos: blancos, negros, e hispanos entre otros,  es un asunto de características humanas con marcados tintes segregacionistas y discriminatorios por causa de otros asuntos que, se han derivado por la percepción hereditaria de los blancos que tienden a establecer diferencias por razones de las razas, orígenes y/o color de la piel de los demás.


Desde el principio del proceso inmigratorio como referente  a la realidad en los Estados Unidos, los blancos han sido los que han construido el proceso de la historia, y otras razas han tenido que ver muy poco dentro de la dirección de este proceso de engrandecimiento. Más bien, han servido como los soportes desconocidos a la sustentación de la estructura de mando como simples soldados, así como operarios industriales y de servicios en calidad de obreros, peones y jornaleros y todos a la vez, constituidos en colosales consumidores de la gran industria que es el negocio americano como proyecto de Nación. 

El principio doctrinario de este proyecto de negocio que se realzó como una poderosa nación, de acuerdo a como dijera uno de sus presidentes en el lejano 1925, el nombrado Calvin Coolige. Este señor presidente de entonces, textualmente, dijo: “The business of America is business”; es decir, que el crecimiento y la expansión dentro y fuera de sus fronteras en forma sostenida y orquestada en completo conocimiento, incluyendo todas las variables de este proceso, descansa sobre esta doctrina. Es obvio que solamente así y de acuerdo a lo que desprende se logra dominar y controlar los resortes de la historia.  El costo, ha sido y es lo de menos.  Para los gobernantes de Norteamérica el problema inmigratorio nunca dejará de ser un problema de difícil solución. Cada cierto tiempo se intentan novedosas soluciones y se permite la permanencia y la entrada de nuevos inmigrantes indocumentados, más aun desde México.  El interés es esencialmente económico. La industria agrícola y las que procesan aves entre otras similares, no podrían existir sin la mano de obra mexicana y centroamericana esencialmente.

Por su lado, el crecimiento exorbitante del mercado de bienes raíces es el resultado, en gran proporción,  de los tantos inmigrantes comprando viviendas. El desplome de dicho mercado más que una decadencia económica generada por la inducción de las pésimas cuando no, ilegales hipotecas otorgadas en diversas formas por los agentes financieros del sistema, es una triste realidad de arrastre.  Y todo obedece aun a la espiral absurda y maliciosa que se generó en ‘Wall  Street’. Proceso de infortunios que parte desde la década de los años ochenta (80’s) durante la administración de Ronald Reagan.  A partir de Reagan más que de ningún otro presidente, se forja desde la casa blanca una economía ‘financista’ amparando la importación en detrimento de la producción interna. Política que promovió el dinero sin base de sustentación para la producción de riquezas industrial suficientes.  Es decir, sin  sustento en la producción manufacturera,  tecnológica, industrial y agrícola como le es natural a la economía de mercado. Los mas perjudicados los fueron en forma directa, la industria automotriz tradicionalmente fuerte y de probada calidad hasta los años de la década de los setenta (70’s).

 La competencia al parque industrial de Detroit y desde el Japón exportando los nipones al granel vehículos utilitarios construidos con alta tecnología y a bajos precios, ahogaron a la multimillonaria industria automotriz norteamericana. Debe notarse que los altos costos de producción internos en USA., agregados entre otros factores a los exorbitantes salarios de los “CEO”, incluyendo a ejecutivos intermedios,  sumándose a la mano de obra costosa negociada por los sindicatos a gran escala, dispararon los precios internos de la industria automotriz disminuyendo ostensiblemente la calidad del producto. Toda ésta maniobra se produce en un intento por abaratar un poco los precios del automóvil y afines. La consecuencia fue un producto final de baja calidad. El consumidor norteamericano prefirió el automóvil y productos de ultramar. Mas aun el ‘made in Japón’.

La política económica republicana iniciada y seguida ferozmente en los periodos turbulentos de Ronald Reagan, luego continuada con los estados de guerra de los Bush (padre e hijo), han creado las condiciones de recesión económica a gran escala que luce indetenible, y que todavía a la fecha se mantiene abarcando al resto del mundo.

Para tener una idea un tanto peregrina, sabemos que  hasta la Navidad del 2007, las guerras en Afganistán e Irak le costaron al pueblo norteamericano aproximadamente “3 trillones” de dólares.  Estamos finalizando el 2013 y el gasto militar en desmedro de todos los sectores económicos que producen empleos,  continúa indetenible, y sin vérseles el final a todo este acontecer guerrerista, ni mucho menos, a sus monstruosos efectos humanos y económicos dentro y fuera de los Estados Unidos de Norteamérica. 

Es notable que el incremento del índice general del consumo interno, entre otras variables, sea una consecuencia de los tantos inmigrantes demandando bienes y servicios.  Los hispanos inmigrantes y/o naturalizados consumen e invierten más de 320 mil millones de dólares por año dentro de la economía consumista norteamericana.  Por su lado, el servicio de limpieza y otras actividades comerciales menos nobles e indignas para los blancos (y hasta para los afros) dentro de USA., es realizado por inmigrantes hispanos  por medio a empresas netamente americanas, y una que otra empresa hispana de menor importancia. La mayoría de estos servidores son indocumentados.

Pero indudable también lo es que una inmigración hispana descontrolada y sin base educativa que no sea aquella que le es característica a sus costumbres tradicionales y rudimentarias, produce recelos entre la población blanca norteamericana. Por razones naturales, históricas e instintivas, el latinoamericano proveniente de Centroamérica y Suramérica, los mexicanos en mayoría y los dominicanos por su lado, estos y todos contándose entre los asentados boricuas y cubanos, han sido negativamente tipificados como individuos poco inteligentes, por tanto, limitados e incapaces, y por demás, no confiables.

Ahora bien: a la altura de los actuales acontecimientos guerrerista y densamente económicos dentro y alrededor del mundo, y con una administración interna cuyo jefe,  Obama, es negado e imposibilitado de dirigir su propia agenda de ribetes  sociales y humanistas, le está impidiendo a los mas pobres un desarrollo económico y social adecuado dentro de USA.,

Frente a tantos dilemas y maniobras turbulentas impregnadas con los intereses políticos de los grupos conservadores,  se  ha tornado hasta la fecha un tanto complicada el encontrar una solución definitiva a una inmigración latinoamericana necesaria como mano de obra rastrera a la vista del blanco americano. Una inmigración imposible de detener. Para que sea menos traumático para todos se impone a la luz de la realidad encontrar una línea o punto medio aceptable. Descubrir el equilibrio entre las diferencias culturales y humanas que se reflejan en la variabilidad de aceptación entre los diferentes grupos, es además, el gran reto interno de América.


** Pérez, es un escritor dominicano residente en Philadelphia. Autor del libro el bodeguero y El Proceso Inmigratorio en América.

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