Tuesday, September 10, 2013

“La Cultura De La Muerte” –“No hay visión sino Fe. No hay tiempo excepto para morir”. Anónimo.

Pedro Julio Pérez
Escritor dominicano residente en Filadelfia, PA
Autor de: “El Bodeguero y el Proceso Inmigratorio en América”

Si nos guiáramos por las vicisitudes derivadas de las concepciones humanas fundamentales, la verdadera realidad del hombre es la violencia. Y ésta violencia es producida por el temor y/o el miedo en todas sus manifestaciones. Por tanto, el aprovechamiento, la conculcación, la pobreza inducida y todo lo que sigue es una derivación.  La realidad evidente de los acontecimientos humanos en el curso de la historia ha surgido como respuesta al miedo ancestral por lo desconocido. Partiendo desde ahí se ha fabricado un mundo interior cuyos fundamentos es la religión y el dogma que la sostiene. El venerar a un dios o dioses que nunca se han visto y que han sido concebidos por el hombre en estado de exaltación sensorial debido a diferentes razones, ha conformado la psicología del miedo: miedo a lo desconocido, y/o temor al mismo hombre. La defensa de esos alienantes conductuales, temor a Dios y miedo al hombre, o en cualquier plano en que se le coloque, ha producido a su vez las insalvables diferencias entre las doctrinas religiosas, y el camino ha sido el enfrentamiento conducente a los actos de violencia y la guerra entre grupos y naciones.


 Desde siempre el hombre  ha invertido los recursos de la vida en desarrollar la habilidad de perfeccionar la industria de la muerte.  Desde el inicio de la raza inteligente, el hombre ha explotado e invertido las riquezas naturales en el arte de la destrucción.  El hombre construye para destruir. Se trabaja e invierte incansablemente en función del armamentismo.  La humanidad tiene carencias de alimentos pero no de armas.  El hombre ha sabido combatirse, debilitarse y atemorizarse mutuamente pero aún no ha logrado contrarrestar el hambre ni sus ambiciones desmedidas. Mientras el mundo interior del hombre se siga construyendo con materiales de ficción, la realidad externa será endeble y atemorizante.  La sinrazón sólo puede producir hechos sin sentido. En tanto se siga debatiendo el destino de la humanidad en términos políticos sobre pedestales religiosos, el uso de  las armas seguirá siendo la última palabra. A veces, es la primera opción.

El precepto religioso ha conformado una premisa psicológica que motiva una conducta claramente definida, y por lo tanto, extensos y disimiles conglomerados de la humanidad confundida, empobrecida y desesperada busca y  quiere alcanzar el terrible día del juicio final. Para eso, el hombre  imbuido en religiosidad  dogmatica vive y se esfuerza.  El objetivo es alcanzar la salvación y la vida eterna después de la muerte. Los que han sabido manejar esta concepción humana han obtenido grandes ganancias.

 El devenir político y sus ventajas es una desagradable consecuencia del fundamentalismo religioso. La característica del alma inmortal es la razón. La del alma mortal es la religión. Entonces se entiende el porqué se cultiva la muerte aún más que la tierra: El fruto obtenido de la muerte sobreabunda. El fruto obtenido de la agricultura escasea. El sentimiento religioso del hombre ha concebido la supremacía del alma mortal más allá de la vida, pero sólo a través y por medio de la muerte. De tan mala suerte ha sido desde un principio y parece ser que así será por los siglos de los siglos amén. Si es que siglos quedan. En ese tenor, veamos el trasfondo religioso en que me sostengo: respetando las fronteras místicas parece ser que la tendencia racional y gregaria que se está siguiendo en cuanto a unirse en bloques, uniones y tratados de libre comercio llamándosele a este proceso: “Globalización”, logrará ciertos resultados. Y parece que tal encuentro de intereses puramente económicos, podría retrasar un tanto la última conflagración hacia el exterminio inevitable, y he percibido así el proceso humano, de acuerdo a como van los actuales acontecimientos.  Por otro lado e intentando ser justo en mi juicio reconozco que entre los santos varones, vírgenes y santas del santoral católico, los hay quienes a mi entender merecen reconocimiento.  Y entre los más conocidos y venerados, están: San Agustín, y Teresa de Cepeda y Ahumada (Santa Teresa de Jesús).  Auténticos  prodigios de las letras; moralistas consagrados y sinceros practicantes de la misericordia y la piedad. Aunque fueron limitados por el cerco implacable de su propia iglesia. En este punto manifiesto mi profundo respeto para todos los conversos. Sean estos: cristiano de la vieja y nueva era; evangélicos; católicos; musulmanes o de cualquier otra religión o movimiento de renovación, y en cuyo proceso de la Fe, se manifiesta con fervor auténtico la nobleza, la piedad y la misericordia.

--“Donde estén dos o tres congregados en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos” –Mateo 18:20.

 Ahora bien, en cuanto a la canonización o elevación hasta el Santísimo, es tanto el desenfreno de los jerarcas de la iglesia católica que sin importarles los hechos irrefutables canonizaron al Papa Pió X11(12), conocido también como “Hitler’s Pope” (El Papa de Hitler) por su indiferencia ante las atrocidades de los Nazis en cuanto a la eliminación cruenta de los judíos; este  San Pió X11, encubrió los exterminios de Hitler a pesar de que la comunidad judía le imploró protección e intermediación. Al respecto se tiene a mano para el que se interese, abundante bibliografía

  A Jesús el Nazareno, soberanamente aceptado e igualmente  creído como  el mismo Dios de los cristianos, lo han dejado fuera de este concierto de canonizaciones santeras. Con Jesús, se tenían otros propósitos. Y lo era, convertirlo en el “origen” de la religión católica y sus fundamentos capitales. Y lo lograron. Aunque más adelante  intercedieron hasta con el mismo Jesús hasta llegar al Padre, tras encausar  la veneración de la trilogía usando la Virgen María como estandarte supremo. Tal cosa aconteció en el Concilio de Nicea, 33 centurias después de Cristo.

 Siendo fiel al dato histórico me sostengo. Al respecto refiero en añadidura que unos sacerdotes acreditados como los fueron, Juan Calvino (1509-1564) y Martín Lutero (1483-1546), acometidos de indignación  ante tantas barbaridades,  injusticias y falsedades difundidas por la jerarquía de la iglesia desde el Vaticano, pelearon e introdujeron reformas dramáticas dentro de los cánones religiosos de la Iglesia. Esto trajo como secuela la división interna de la iglesia católica, y, como resultante, surge una nueva variedad de religiosos a los que se les llamó: “protestantes”.  Estos protestantes, a su vez, se han seguido dividiendo en tantas religiones y sectas que hoy contarlas sería casi imposible. Incluso, un norteamericano alucinado llamado  Joseph Smith, fundó en el 1830 una nueva religión conocida como “Mormonismo”, cuyos cimientos eran la autonomía teocrática (autoridad dada supuestamente por Dios), y la poligamia. De sol a sol los mormones con ligeros cambios introducidos a su doctrina primaria practicada en forma radical, y en lo que se refiere a la multiplicidad de esposas al mismo tiempo, constituyen, junto a los judíos, una poderosa estructura religiosa y económica con decisiva influencia política dentro de los Estados Unidos.  Sin embargo, si usted observa el fenómeno con atención notará que todas estas diferentes iglesias y religiones llamadas cristianas, profesan las mismas creencias fundamentales en cuanto  al diablo o Satanás y los demonios, el pecado original y la remisión de todos los demás pecados, tras la aceptación y veneración sin discusión de la muerte y horrendo suplicio de Jesús en la cruz, como la única vía de salvación y consecución de la vida eterna. De la misma forma sostienen estos grupos religiosos llamados cristianos que todo el proceso de salvación se habrá de consumar, el terrible día del “juicio final”.

Para las diferentes congregaciones de evangélicos y cristianos el día terrible del juicio final se dará con la segunda llegada de Jesús descendiendo entre nubes tormentosas montado en un carro de fuego, retumbando las trompetas de los heraldos aumentando los  temblores de la tierra y la caída de los cimientos de los cielos, y llegará Jesús acompañado de inmensos oleajes y total destrucción rodeado de luz floreciente de naturaleza divina, y vestido su cuerpo de un purísimo lino blanco celeste y el pelo rubio tachonado de oro batiéndose luminoso al aire  blandiendo en su diestra el látigo justiciero en contra de los ignominiosos, levantando a su paso a los muertos cual Lazaros redivivos, mientras condena supremamente a los traviesos y pervertidos que se mantuvieron ajenos a la doctrina que emana desde los  milenarios templos y los sacrosantos sepulcros.  He ahí, la idea gráfica que me permito visualizar del Armagedón o el cumplimiento final del Apocalipsis, en donde, según se teme, apenas quedarán algunos y serán resucitados otros. Se dice que permanecerán solamente aquellos que fueron redimidos del pecado de la carne; pecado que contaminó Adán  con su caída y que mancha insanamente  el espíritu y el alma de la humanidad.  Cada religión, en cuanto al “Juicio Final”, tiene su propia versión al respecto. Incluyendo a los musulmanes que por cierto, son los mas fanáticos en estos asuntos de radicalizar sus creencias.

De acuerdo al Viejo Testamento y sin otra cosa que se mal interprete, se cuentan salvos a vivir por siempre en el Paraíso, unos 300 mil devotos. Es decir que el resto de la humanidad, sin importar la religión profesada ni la consagración piadosa ofrendada ni por la cancelación voluntaria de los placeres que ofrece la vida, se irán sin escala camino al fuego eterno del infierno. A mi modo de razonar, Jesús llega cada vez que usted entiende y aplica en vida sus sabios preceptos tanto en su beneficio como en provecho de los demás. No muy distante quizá, detrás de las imágenes y las palabras ejercidas como doctrina pudiera encontrarse un mensaje con una enseñanza. Es posible que para cada grupo o para cada cual existe una “única” verdad. Es tarea de cada cual el intento por descubrirla. 
A esto fue a lo que el Maestro se refirió cuando dijo: “Y conoceréis ‘la verdad’ y la verdad os hará libre”. En esencia es estar libre de tabúes y condicionamientos que lastran la conciencia, afligen la carne y constriñen el corazón. Ya antes, Salomón había sentenciado: “Todo tiene su tiempo debajo del sol”  Particularmente trato de entender todo esto en el tiempo que me ha tocado vivir de la misma manera en que lo han entendido muchos otros. Para mi modesto entendimiento la verdad, la última y primera verdad es que somos  “uno” con el universo.  Esto así porque las mismas leyes que rigen a gran escala (macro-cosmos) el ritmo armonioso de las esferas celestes que componen la totalidad cósmica, son las mismas leyes que rigen al hombre dentro de su pequeño mundo (micro-cosmos) orgánico y mental.  El genio de Leonardo Da Vinci (1452-1519), pintor, escultor, arquitecto, ingeniero y sabio en ciencias e iniciador del segundo renacimiento, dejó establecido dentro de sus cálculos científicos el diseño aerodinámico del aeroplano; y en su tiempo, dio a luz valuables invenciones para el provecho inmediato y futuro de la humanidad partiendo de los elementos que ha propiciado la madre Naturaleza.

--“Y mucho más de lo que yo hago, ustedes harán; porque dioses sois”. También, así, sentenció el Nazareno acudiendo al Salmo 82:6. Véase también a Juan 10:34 

Luego de analizarlo objetivamente en completo sosiego, lo cierto es que en este momento de la vida ya no se puede coexistir sin religión, congregaciones, mezquitas, sinagogas, o sin una iglesia. Tampoco sin pastores, rabíes, ayatolas, tálibanes, políticos, inquisidores, cruzados, jihadistas y sacerdotes. Pero cualquiera que sea la disciplina religiosa o la iglesia a la que usted pertenezca o el guía espiritual que se siga, trate de profesar sus creencias sin miedos y sin temores y más importante aun, déjese de estar falsamente juzgando, culpando o tildando a los demás de “infieles o impíos”. Trate usted de vivir en paz con el entorno y con usted mismo elevando su nivel espiritual o de conciencia, hasta entender el verdadero sentido del amor al prójimo. Busque a Dios a su manera y deje al vecino que haga lo mismo. Busque a Dios sin miedos, sin temores ni violencia y de seguro que encontrara la paz. Hablo en términos cristianos porque es lo que me asiste como particularidad cultural.

  Ahora bien: en cumplimiento a mis concepciones un tanto polémicas tal vez, entiendo que se necesita de una sola verdad para forjar su criterio y acrecentar la fortaleza de sus principios. Esta será la verdad que usted encuentre y le permita acrecentar su espiritualidad. Y sobre ese fundamento usted construye en vida todo lo que sigue como el verdadero paraíso prometido que le permitirá la  reflexión armoniosa de sus ideas con libertad de culto, y de pensamiento.

––“Mientras aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: ¡Paz a vosotros!” –Lucas 24:36  


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